miércoles, 21 de junio de 2017

Ana y las pequeñas cosas

Mientras espero que Ana llegue, me sirvo una copa de vino y me siento en mi butaca preferida frente a los grandes ventanales.
Tomo prestado el portátil de la princesa para mirar mi correo y navegar un poco`por las redes sociales.
Al mover el touchpad  se abre una página con un archivo que reconozco como mío. Sonrío al saber que Ana está leyendo Todas aquellas pequeñas cosas.
Siento que te pertenezco más allá de preguntas y respuestas , que soy tuya a distancia y sin más compromiso que ,el yo quiero y el tú quieres, porque nuestro mundo de amaneceres incompletos está lleno de millones de pequeñas cosas.
Una sonrisa tuya en mitad de un beso, tus manos sobre mi hombro mientras vemos una obra de teatro, mi cara enterrada en tu cuello buceando en el aroma de tu colonia, tu abrazo al andar, como lavas mi pelo en la ducha aprovechando entre beso y beso, el jabón que pones en tu mano antes de deslizarlo por mi espalda, tu risa en los mensajes de whatsapp, la forma en que te duermes en un instante, el desayuno que  dejas preparado en la bandeja antes de irte aunque el zumo de naranja pierda las vitaminas, tus, en un momento te llamo cuando la espera se puede convertir en horas, tu despiste y tu desorden....
Compartir sofá para leer mientras suenan clásicos del blues o el jazz, que adoremos a Ella Fitzgerald o Nina Simone, que tengamos diferentes opiniones sin que haya una guerra, aprender de ti, conversar sobre tu día o el mío, saber cuanto te cuesta mantener las manos alejadas de mi cuerpo cuando me ves, tu táctica para besarme y hacerme perder la razón, tu honestidad .
Tus comentarios a medias que he de descifrar, los nombres  de tus amigos que por fin he logrado memorizar, tu mirada cuando entras en mí, los gemidos compartidos, las manchas en el sofá...
Escucho el ruido de las llaves en la cerradura y al grito de -¡ Quién vive!- Ana responde con un -la dueña del cortijo-.
-Hola preciosa- me dice mientras besa mi mejilla. Deja el bolso en la encimera de la cocina y se sirve una copa.
-Hola princess, estoy leyendo Todas aquellas pequeñas cosas, no sabía que lo tenías.
-Mer,me encanta ¡qué bonito tener tantas cosas compartidas con alguien! aunque según tú ,sean pequeñas.
-Ya sabes lo que dice el maestro Serrat, son aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas....Realmente son grandes momentos que he compartido y que me han hecho enormemente feliz en  ese instante. Quedan en la memoria y en la retina. Puedes cerrar los ojos y revivir las sensaciones una y otra vez y es fantástico. 
-Mer , ¿lo recuerdas todo?.
-Jajaja, todo no, pero puedo describirte a la perfección lo que sentí con nuestro primer beso, todavía si cierro los ojos , noto su sabor, el calor de sus labios, el ansia de su boca, el tacto de su cara en mis manos, la excitación...
-Envidio tu capacidad para sentir Mer. 
-Bueno Ana, no sentir es vivir a medias. Espero tener muchos más momentos como esos para poder almacenarlos en mi cabeza porque ¿acaso las almas atormentadas, no se alimentan de recuerdos?- le digo mientras sonrío.

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