martes, 16 de mayo de 2017

El piso de Ana

Siempre me ha encantado el piso de Ana, es un sexto con unas vistas maravillosas en el centro de la ciudad ,de techos altos y grandes ventanales.
Un edificio de los antiguos con su señor portero y todo, el señor García, un amable caballero que no duda en abrirte la puerta con una sonrisa, te ayuda con las bolsas y al que nunca falta un - buenos días, tardes, noches...
Ana heredó la vivienda de su abuela paterna, doña María, una señora de las de antes, con cardado semanal en la peluquería del barrio, esa que aún regenta Rosita aunque ya no ejerce el oficio.
Cuando tomó posesión del piso hace ya más de diez años, vació cada una de las habitaciones, llevó todo a un almacén  y junto a Miguel ,un ex del que ya os hablaré en su momento, y que entonces era socio en un estudio de arquitectura y decoración, remodelaron cada uno de sus ciento cuarenta metros cuadrados, dejando un gran espacio diáfano como salón-comedor, una cocina digna de un chef francés ,dos cuartos de baño, uno de ellos en el dormitorio principal ,con un vestidor por el que mataríamos cualquiera de nosotras, un dormitorio que utilizo cuando me quedo a pasar la noche y dos más pequeños , en los que tiene el despacho y un sofá cama por si se apalanca alguien.
En ese piso hemos vivido grandes aventuras, hemos llorado y reído con ganas, nos hemos emborrachado, enfermado y sanado... Por eso cuando Ana me dijo que estaba pensando en venderlo me sentí perdida.
-Ana corazón, pero ¿por qué? ¿Estás mal aquí? si tienes todo al lado, la cafetería, el supermercado , la entrada del metro... y a mí.
-Mer cariño, estoy pensando en  irme a las afueras, ya sabes comprarme un adosado con piscina y jardín.
-¿Para qué quieres piscina y jardín si no estás nunca en casa?.No tienes niños y somos unas negadas para las barbacoas ya lo sabes.
Ana me mira y se ríe porque sabe que tengo razón por lo menos en el tema de las barbacoas y si no que se lo digan a Luis y Toni a los que casi dejamos sin casa por un quita allá esas pastillas y líquido inflamable....
-Mira Anita, no puedes irte, no puedes venderlo, no puedes dejarme le digo haciendo un puchero...
-Mer, nunca, escúchame bien, nunca te dejaré, nunca me dejarás, nunca nos separaremos, somos un equipo, eres mi psicoanalista , mi hermana, mi mitad y si me gustaran las tías me casaría contigo.
-Entonces Ana piénsalo porfa, porfa, porfaaaa. 
Sé que me la he ganado cuando suspira y susurra bajito,-¡ no puedo contigo Mer, no puedo contigo!.


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