martes, 30 de mayo de 2017

Ana y las confidencias

Recuerdo como si fuera ayer lo aburrido y tedioso que me resultó el Ulises de Joyce y comprendí lo largas que se pueden hacer veinticuatro horas y a la vez que haya espacios de tiempo mucho más largos y que parezca que duran instantes.
No pude por menos rememorar aquel fin de semana lleno de largas conversaciones , de preguntas y respuestas, de sexo de reconocimiento, de primer contacto, de orgasmos compartidos y cientos de caricias, de abrazos que eran mundos y palabras al oído que escandalizarían a más de un puritano.
Un par de días de primeras veces y primeras oportunidades,de mancillar estancias , sofá, sillones y cualquier superficie en vertical u horizontal que estuviera al alcance, de risas, de besos que mezclaban su saliva con la mía, sus gemidos con los míos... de sudor bajando por su espalda y su frente,  de gotitas que dejaban  un rastro entre mis pechos que él lamía despacio mientras me miraba.
Duchas a cuatro manos antes de dejar el refugio, cena y teatro, copas y besos, muchísimos más besos. Besos que se dan y se reciben con ansía, casi con desesperación y redescubrir el Hey Jude de los Beatles y hacerla nuestra porque sí.
De la vuelta a casa abrazados sin importar nada, de promesas no dichas, de miradas cómplices, de prisa por llegar, de no darnos tiempos a quitarnos la ropa y dejar un rastro de prendas camino de la habitación , de muchos más gemidos, de piel con piel y seguir besándonos con nuestra canción de fondo una y otra vez en  un bucle persistente.
-Un penique por tus pensamientos- me dice Ana mientras sonríe.
-Recordaba cuan frágiles pueden ser los recuerdos ,que largos parecen algunos momentos y que cortos otros en los que eres feliz.
-¿Sabes Mer?
-Dime princesa.
-Daría la mitad de mi sueldo , ¿qué digo? lo daría entero por estar un rato en ese momento tuyo, no sabes la sonrisa que tenías en la cara...
-¿Nunca has tenido un momento de felicidad completa, de complicidad compartida que al recordar te haga sonreír?
-Si claro.
.Pues ahí estaba yo ahora mismo.
-Cuando empecé a salir con Miguel , todos nuestros momentos eran así, llenos de vida.
-Recuerdo cuando llegaste a la cafetería y me dijiste que habías conocido al futuro padre de tus hijos- le suelto sin contemplaciones mientras sonrío .
-Te prometo que lo pensé. Era tan, tan yo. ¡Compartíamos tantas cosas!.
Noto que la nostalgia inunda su mirada y la abrazo en un gesto de apoyo y compañerismo. Las mujeres nos entendemos...
Miguel había sido su salvavidas después de que pasara una gran etapa odiando al sexo masculino tras una infidelidad de su ex , y en la que dejó que la soledad y la desidia se instalara en su corazón.
Se conocieron en el estudio de arquitectura en el que él trabajaba una tarde de junio cuando ella empezó a pensar en remodelar el piso que había heredado y pidió cita para solicitar información.
No habían pasado más que un par de horas hablando del tema , tomando notas y haciendo bosquejos , cuando se dieron cuenta que no se querían separar. Un flechazo en toda regla.
-Te aseguro Mer que durante el año y medio que estuvimos juntos, fui la mujer más feliz del mundo, pero entonces él decidió marcharse a Nueva York y dejarme sola.
-No te dejó sola, te ofreció que le acompañaras Ana y tú le dijiste que no. Te dió la opción de elegir.
-¿Por qué tenía que dejarlo yo todo Mer?, Mi casa, mi trabajo,mi vida, a ti.... ¿Por qué no se quedó, si yo le importaba tanto?.
-No lo sé cariño. Para él fue duro dejarte. Te quería mucho Ana, pero supongo que también quería otras cosas, tenía otras aspiraciones, otros sueños. Sabías que era un culo inquieto. Esa era vuestra espada de Damocles pero deberías darle las gracias por ser honesto.
Ana suspira y me dice- follaba como dios-
Mi carcajada deben haberla oído hasta en el primero.
-¿Te has arrepentido alguna vez de no haberlo acompañado?.
-Millones, Mer, millones.
Es cuando miro su cara y me percato de su gran sonrisa que sé sin lugar a dudas que está rememorando alguno de esos momentos. No todo está perdido...







2 comentarios:

  1. muero por volver a vivir una complicidad compartida q no tenga q recordar para sonreir. Me ha encantao, Mer! Besos

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    1. Los recuerdos nos alimentan pero compartir esas vivencias es lo más. Besos India guapa

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